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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Ravi Shankar: conciliador de culturas musicales

Tendría alrededor de 13 años cuando escuché por primera vez el sonido de un Sitar. Normal que fuera a través de un tema de The Beatles, en concreto "Norwegian Wood". Y sin saber que era "eso", su sonido me cautivó nada más escuchar el tema, una y otra vez y buscar en el resto de la discografía del grupo otros temas con ese sonido. No, no era una guitarra que casi sonaba desafinada. Indagando descubrí que era un instrumento indio denominado sitar....con muchas cuerdas y que pertenecía a otra cultura, musical y espiritual. Esa experiencia seguro que se extiende a muchas personas, el descubrimiento de un sonido "algo diferente" a través de un tema Pop. Y es que la introducción y difusión del conocimiento del sitar y la música india por parte de George Harrison  y otros grupos como los Yadbirds y los Kinks, dotó al pop de nuevos valores que navegaban entre la experimentación, lo exótico y lo "culto". De forma un tanto casual, durante el rodaje de la película "Help", George Harrison se topó con el instrumento y enseguida inició una apasionante relación con él de la mano del gran maestro Ravi Shankar a quien conoció en Londres en 1966. En su autobiografía, "Raga Mala", (con prólogo y muchas otras contribuciones de George Harrison), Ravi describe con generosidad y afecto los primeros años de su amistad con George. En aquel momento Ravi tenía 46 años y ya era un aclamado maestro de su música que había estado tocando y viajando a Occidente por décadas.
  


Pero Ravi, a parte de ser un genio de la música india significó una auténtica amalgama de unión de  puentes musicales no sólo con George Harrison y la música pop. Tomó contacto inicialmente con la tradición occidental de música de concierto a través de Yehudi Menuhin, a quien conoció en Londres en 1956, y luego a través de muchos otros músicos en el campo clásico. Aparte de componer una serie de conciertos para sitar y orquesta, Ravi tocó frecuentemente en grupos de música de cámara y con grandes músicos como el flautista Jean-Pierre Rampal, a quien tuve el placer de conocer cuando organizaba conciertos en Mallorca en 1997 y que precisamente se fue de gira con Ravi a Nueva Delhi en enero de 1998. 
Y esa unión que significó Ravi Shankar para la cultura occidental fraguó en artistas como John Cage, Allen Ginsberg, Philipp Glass y muchos otros que seguramente se sentían profundamente perturbados y afectados por la ética de la vida posmoderna europeo-americana. Seguramente la sensación que tenían estos artistas como personas creativas era que el materialismo de la sociedad invadía también el mundo cultural - su mundo -, produciendo un exceso de obras de arte frías e inhibidas en los campos de la danza, el teatro y la música -desde el "pop" de baja calidad hasta los ejercicios intelectuales del vanguardismo.  Por tanto un soplo de aire exótico de una cultura milenaria abría sus mentes y su creatividad. 
No hay duda del gran valor de Ravi Shankar como músico pero no menos importante fue su papel conciliador entre dos culturas como son la oriental y la occidental...seguramente ésta última la más beneficiada del intercambio.


jueves, 3 de mayo de 2012

Defendiendo a Leonard Cohen. Triste artículo de un triste "periodista musical".

Artículo publicado en 2012 con motivo del nuevo disco de Leonard Cohen.

Leí un artículo firmado por Quico Alsedo en el Mundo titulado "Leonard Cohen, triste número". Al principio, con sólo el título pensaba que le había pasado algo al longevo cantautor tras alcanzar con su nuevo disco el nº 1 de las listas en España. No más lejos de la realidad. Así de forma resumida el autor del artículo nos deja caer la perla de que cómo es posible que Leonard Cohen pueda tener un nº1 con su edad, habiendo "tantos" artistas merecedores de tal honor. Apenas realiza una crítica propiamente musical objetiva - nada realmente sorprendente en la para mí ahora mal llamada prensa musical -  de su nuevo trabajo "Old ideas"- título que hasta lo disgusta -, e incluso lo culpa de la decadencia del pop actual! y de paso tacha a los compradores del disco de "mataos" y mayores - ; su única crítica musical es quejarse de su voz que tilda como "hilo de voz rodeado por un torrente de reverb".
Antes de enervarme demasiado con el autor del "artículo", pienso que el enfoque no es exactamente un ataque a Leonard Cohen (aunque suelta lindezas que más vale no hacer demasiado caso), pero sí resalta lo que él llama la decadencia del pop y de su industria.


Por mi parte he querido ser objetivo y escucharme el disco de Cohen, a quien sigo desde hace tiempo pero de quien tan sólo tengo dos preciados vinilos en mi discoteca. Como no es un músico al que frecuentan mis oídos pero que nunca me ha disgustado, sino que me ha otorgado gratos momentos de escucha, he querido atender a su "Old ideas" a ver si escucho algo decadente, y me he encontrado con el Cohen de siempre, el que no necesita repetir un éxito como "Suzanne" porque destila poco a poco, como su música, su propio estilo, sin complejos. Y es que la música no debería atender a modas ni seguir éstas para alcanzar un nº1. De hecho es mucho más satisfactorio que trabajos como el de un grande como es Leonard Cohen llegue a las listas de los más vendidos porque demuestra que todavía hay gente con gusto musical y que no se dejan engañar por la fábrica de los nº1 de la industria musical; poco me importa si Cohen volvió a los escenarios por dinero...acaso ¿no es su trabajo? y ¿no debe cobrar por ello?; si el hombre estaba en mala situación económica (precisamente saqueado por una parte de la industria musical en forma de asesoría) que mejor que sacar el dinero haciendo lo mejor que hace: buenas canciones e historias.
Quizás la única verdad del artículo es la decadencia de la industria musical y del pop pero vista de otra manera. Particularmente pienso que la industria musical es bastante sorda buscando alzar artistas que maquillan y pretenden vendernos como algo auténtico cuando no dejan de ser un cliché más de los grandes, como precisamente Cohen. Últimamente suelen mostrarnos artistas o músicos "al natural", cuando no deja de ser otro maquillaje más; se pretende llegar al nº1 buscando atajos extra musicales, y, sinceramente, antes de comprar un disco que suena a Cohen o a The Beatles (por poner ejemplos), me quedo con los de verdad hasta que alguien me toque la fibra o sea mínimamente honesto con su propia música.

jueves, 9 de febrero de 2012

El pinchazo del pop en España...no: el pinchazo de la cultura


Ayer leí un artículo publicado en El Mundo titulado “El pinchazo del pop en España” firmado por el periodista musical Pablo Gil. De principio no me ha llamado la atención pues en él se describe una realidad palpable para los que trabajamos durante años en el mundo de la música; sin embargo, como siempre, veo que lo expuesto queda a medias tintas, pues se centra en el pop más mediático, cosa que hace que volvamos a valorar únicamente una ínfima parte de la labor de lo que es un artista en su máxima expresión, pues la realidad que expone es extensible no sólo a los consabidos y medio consagrados músicos del pop español con nombre propio sino –y en mayor medida – a todos los artistas y músicos anónimos (anónimos porque simplemente no están en los canales de la industria musical predominante) y que ejercen su profesión en multitud de espacios.

Lo expuesto es tan simple (por decir algo obvio, repito, sabido hace tiempo) como el impago de ayuntamientos de los cachés de artistas y el fin de las vacas gordas en cuestión de contratación. Incluso se vuelve a poner a la palestra la piratería con la eterna queja que si de aquí a unos años ésta ha perjudicado la venta de discos ahora se suma la falta de contrataciones de conciertos en directo, y las pocas que hay sufren el retraso de pago. No sé si se está hablando exactamente de la mala situación de la industria musical o de la mala situación de los músicos… ¿es lo mismo, realmente? Si hablamos de descenso de ventas de discos no lo creo. En ese caso se debe relacionar con la industria musical, pues el artista poco se lleva de las ventas de CD’s. Y aunque fuera lo contrario, me pregunto si ser músico es esperar a vender muchos discos. Y parece que es así, y de ahí su queja, pues la gallina de los huevos de oro ya no da más, al igual que esa otra gallina que otorgaba unos cachés astronómicos a los artistas citados en el artículo (que a mí y otros músicos pienso que no me representan) y ahora resulta que tienen que bajar cachés. ¿Será que tienen que establecer cachés algo más lógicos, por decirlo de alguna manera? Porque como muchas cosas en la sociedad actual, el pastel se lo repartían unos pocos, pues el músico no mediático que buscaba una contratación se encontraba con la respuesta por parte de la institución de que no tenían presupuesto; claro, se lo habían gastado todo en Bisbales y demás…así que sin quererlo del todo esa industria musical cuyos objetivos era vender discos y luego vender caros conciertos de sus artistas quitaban trabajo a la mayoría de músicos no mediáticos (por cierto que dentro de la industria se daba el caso de que agencias de management abrían sus departamentos discográficos y discográficas abrían sus departamentos de management).

¿De quien era y es la culpa de esa situación? Pues a mi modo de ver, de todos los que participaban en esa especie de burbuja musical bien repartida. Desde el ayuntamiento que aceptaba pagar una cifra astronómica por un concierto de un famoso (le daba rédito político) pasando por los medios de comunicación que se dedican en sus secciones de ¿música  y cultura? a reflejar una realidad interesada de la industria musical.

En defintiva, que hecho bastante de menos que se hable de la verdadera situación del músico, no de los Alejandro’s Sanzs, Pereza’s, Ana’s Torroja’s, sino del músico en toda su extensión, en el significado intrínseco de su profesión, desde el que toca en un centro cultural o teatro de 200 butacas con un proyecto propio, hasta el que toca en restaurantes o locales. Porque ese músico “anónimo” también padece – y mucho más – los impagos de las administraciones, el ninguneo y la moda de pagar para tocar de locales listillos que a cambio de “promoción” ofrecen sus espacios en alquiler o con una mísera taquilla.  Nos estamos olvidando de la base y es desde ahí desde donde se deben comenzar a arreglar las cosas y no por los altos vuelos.